Esos sacrificados consortes

Esta entrada va dedicada a los novios. A esos seres maravillosos que sufren en silencio (no tan en silencio) nuestra afición por la costura.

Que te acompañan a comprar tela (y la van cargando por toda la ciudad).

Que se van a la mercería con una lista de la compra con más entradas que la lista Falciani (y ¡ay como traigan el Mara 120 6808 cuando habías pedido el 810!).

Claramente, el 6808 es MUY diferente al 810

Que te ayudan a coger los bajos con precisión milimétrica.

Que si se encuentran un maniquí en la basura, te lo suben a casa.

Que se quedan con un sitio minúsculo de la mesa compartida en el estudio (no se dice «estudio», se dice «cuarto de costura») para que puedas expandirte cuanto necesites.

Que no se quejan por que de cada 4729 prendas egoístas que hagas, cosas media para ellos.

Que te hacen las fotos para subirlas a redes. Y esto que se escribe en 9 palabras son, en realidad, como mil horas de trabajo. Porque sí, es un trabajo. A veces hasta incluye cambio de vestuario. Y buscar la localización perfecta. Y sacarme guapa, claro. Y con los ojos abiertos. Y que no se vea la calva. Y no, desde abajo no me saques, que me hace papada. Pero tan de arriba no, que se ven solo las tetas. Vale, y ahora voy caminando y vas haciendo fotos, que se vea la prenda en movimiento. Y con el gran angular. Pero también con la lente normal. No, esperá, que mejor con este fondo. A ver, mostrame las fotos que hiciste. Joder, Edu, no salgo ni en una bien. Hacé más. Y hacé foto de este detalle también, porfa. Hmmmm… Un segundo, que voy a buscar un sombrero. ¿Me sostenés la mascarilla? Uy, mirá, ahí quedarían súper bonitas, vamos para allá. Vale, con este vestido ya está. Me cambio [acá en medio de la calle. Con esto yo no tengo problema, pero él sí y se pone a controlar que nadie se encuentre con mi culo en bragas] y hacemos con el otro vestido.

Y así, durante 200 fotos, al menos. Pero no termina ahí. Edu, ¿me pasás las fotos? No te olvides de pasarme las fotos, Bicho. Y esto cuando no empieza con un «tengo que subir las fotos hoy del vestido que terminé anoche. ¿Podemos ir a hacer fotos ahoramismoaladeya?». Esto pasó una sola vez, pero no descarto que pueda volver a pasar.

Edu sabe que cuando se deja de escuchar la máquina de coser, malo: toca fotos.

Así que, por estas cosas que suelen sufrir nuestras pobres parejas, esta entrada, a falta de monumento, va para ustedes, esos sacrificados consortes.