La verdad es que no iba a caer en el cliché de hacer balance del año. Que eso ya lo hizo Facebook por mí, y Youtube, y todo aquel que se tomó la molestia de mirar para atrás. Yo soy más de mirar para adelante, pero dio la casualidad de que estaba buscando un papel en mi coche, y me dio por pensar. Podría haber pensado muchas cosas, porque encontrar cualquier cosa en el coche lleva tiempo (bueno, de hecho, no lo encontré aún), pero me dio por ahí.
Y me di cuenta que, en realidad, 2012 fue una puta mierda.
Tuve varios sustos con la salud, ¡hasta me operaron!
Mis cacharros electrónicos se mostraron en rebelión. Dos meses y pico con el lap en el SAT (gracias, FNAC) y ahora, sin móvil (tiempo estimado, un mes. Veremos…).
El mal de amores se enamoró de mí, acompañándome demasiado tiempo.
El coche me dejó tirada cuando más lo necesité.
Hice poquísimo deporte.
Me fundí casi todos mis ahorros.
Personas que fueron importantes en mi vida son ahora una llamada telefónica lejana, si acaso.
Mi intento por estudiar matemáticas fue un fail gordo.
Etcétera, etcétera, etcétera.
Sin embargo, tengo la sensación de que 2012 fue the best year ever.
La familia gatuna aumentó. Michelle y Meiga ahora le hacen hueco a Marcela. O Marcela nos hace hueco a nosotras, no estoy muy segura.
Aprendí a disfrutar de mi soledad.
Viajé. Bastante. Noruega, Teruel, Sevilla, Menorca, Alemania, Hungría, Valencia,Valencia, Valencia, Valencia, Valen… Bueno, unas pocas veces a Valencia.
Durante un breve tiempo, el amor y yo estuvimos en sintonía.
Estuve en conciertos.
Conocí gente nueva interesante. No, interesantísima. Aburridos, gilipollas y demás también, pero de esos me olvido rápido.
Leí. Muuuuucho. Durante la carrera no tenía tiempo para hacerlo. ¡Este año, me desquité a gusto!
Me volví a poner un bañador en diciembre. Desde el año 2000 que no lo hacía.
Conocí el Rin y el Danubio, dos ríos míticos para la adolescente que fui (y que, muchas veces, aún soy).
Nacieron Taxi&Win y Cleantec de la mano de mi mejor amigo. Aunque esto, muchas veces, se podría poner en la categoría de 2012 fue una puta mierda, jajajaja.
Una de mis mejores amigas del cole, Pamela, tuvo un hijo. No lo conzco aún, pero me hace mucha ilusión.
Mis amigos cosecharon éxitos. La felicidad de mis amigos me llena tanto, que ya con eso solo, 2012 valió la pena.
Me sentí apoyada, acompañada, reconfortada por la gente de mi alrededor. Bestial. Muchas gracias.
Reí, lloré, aprendí, me ilusioné, me desilusioné, me enamoré, amé con todas mis fuerzas, patiné sobre hielo en pistas al aire libre, hice snowboard por primera vez, tuve en brazos a la beba de David Agua, … En una palabra, viví intensamente.
Y, por eso, a pesar de que 2012 fue una mierda, salgo de él con la sensación de que 2012 fue cojonudo, aún mejor que un bestial 2011, aunque, con certeza, peor que 2013 ;o)
Las chicas y yo hicimos juntas este dibujito para recordar que 2012 fue cojonudo