Siempre de vacaciones

Cuando estamos de vacaciones es como que estamos más relajados, más abiertos a cosas nuevas, más dispuestos a disfrutar de la vida. ¿Por qué no seguimos con esa curiosidad, ese estado de ánimo cuando volvemos a nuestra vida cotidiana?

Rutina, me dirá alguno. Pero es una excusa muy frágil, no se sostiene. Tenemos mil maneras a nuestro alcance de romper con la rutina.

Falta de tiempo, responderá otro. Tampoco me vale. Tiempo hay siempre, la cuestión es priorizarlo. Ya no hablo de organizarse, porque sabemos que soy la reina del caos, pero detectando qué es lo importante, no deberíamos tener grandes problemas de tiempo prolongadamente.

Pereza, podrás alegar. Ahí poco puedo decir. Si no tenés la voluntad, las ganas, de convertir tu año en 12 meses de vacaciones, no te voy a hacer reflexionar. Podrías cansarte.

No tengo dinero, se escucha allá al fondo. Y ahí sí que tengo algo que decir. Porque estar de vacaciones no es gastar dinero. Estar de vacaciones es una actitud (sí, sí, como lo que se dice de la edad).

De vacacionesY todo esto viene porque, para mí, estar de vacaciones es disfrutar de cada momento. De salir a tomar algo con unos amigos, de tumbarme en la playa con un libro o en el sofá con mis gatas, de querer aprender cosas nuevas, de permitirme experimentar, de besar a aquel chico que me gusta pero que nunca te animo, de dejar atrás la vergüenza y la timidez que me encierran en mi círculo de confort, de echarle ganas y cojones a la vida, de probar comidas o bebidas etiquetadas con el «no me gustan» sin haberlas comido/bebido antes, de dejar atrás prejuicios y temores, de no tener miedo a equivocarme, …

Por tanto, yo elijo estar siempre de vacaciones. Aunque no siempre sea fácil. ;o)